En medio de nuestras debilidades

Pablo dijo: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad…” (2 Corintios 12:7-9) 

Estas palabras nos dan a entender como algo que aparentemente está afectando a Pablo, una enfermedad o algo parecido, vino a ser un bien para su alma, de tal forma que evitara su exaltación a causa de sus revelaciones, porque a los que aman a Dios todas las cosas nos ayudan a bien.

En medio de nuestros padecimientos

Esto lleva a Pablo a meditar y decir que “…de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9-10). Que bendición esta reflexión, porque a los que aman a Dios todas las cosas nos ayudan a bien, aun en medio de nuestra debilidad el poder de Dios se perfecciona. 

Que bueno es saber que a pesar de que hay cosas que no entendemos, Dios aunque no comprendamos, algo está haciendo con nosotros. Job declaró “…Yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía…De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:3,5) 

Que maravillo es que Job no entendía, pero al final lo que solo había oído ahora podía verlo, porque en su momento más difícil logró acercarse más a Dios para conocerlo mejor. Así es Dios con los que le aman. 

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9). Como dice el final de este texto cosas que Dios ha preparado para los que le aman.

Recuerda que a los que aman a Dios todas las cosas obran para bien

No sé que situación estás atravesando, si es una dificultad económica, una enfermedad como la de Pablo o Job, una situación como la de Jefté o la de Rut. Quizás una prueba como la de Sadrac, Mesac y Abed-Nego, o te sientas en el foso de los Leones como Daniel. También puedes atravesar un largo proceso como José, pero sea cual sea tu situación recuerda «A los que aman a Dios todas las cosas nos ayudan a bien»

Ahora es cuando Pablo dice: “Y sabemos…”. Ese saber está conectado con la ayuda del Espíritu Santo en guiar nuestra vida. Él nos conduce a conocer la voluntad de Dios en momentos difíciles y de sufrimiento mientras estamos en la tierra. Ahora, ¿qué es lo que sabemos con confianza y seguridad?

2. Para los que aman a Dios…

Algunos creyentes piensan que su amor por Dios es lo que sostiene sus vidas y las promesas de Dios. Quizá sea porque cada vez que ven una promesa, inmediatamente piensan en una condición. “Si todo va a obrar para mi bien, entonces primero tengo que amar a Dios”. Pero eso no es exactamente así.

Lo que sostiene la promesa que tienes en Romanos 8:28 no es el amor que sientes por Dios, sino el mismo Dios que es digno de que lo amemos.

 

Recuerda que el apóstol Juan dice: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Jn. 4:19). Este amor se ve en cómo Dios envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 4:10). Este amor tiene en mente que todas las cosas cooperen para tu bien porque eres hijo de Dios. Así que el apóstol Pablo usa las palabras “para los que aman a Dios” como una forma de identificar a los hijos de Dios. Los que son hijos de Dios lo aman porque hay demasiadas razones para amarle, y todas con forma de cruz.

En otras palabras, es como si Pablo dijera: “sabemos que para los que son cristianos, los que conocen el evangelio, los que saben quién es Dios y por tanto lo aman… todo obra para el bien de ellos”. Lo que sostiene la promesa que tienes en Romanos 8:28 no es el amor que sientes por Dios, sino el mismo Dios que es digno de que lo amemos.

He escuchado a varios predicadores decir que todo obra para que Dios te de algo “mejor” de lo que ya tienes ahora. Esto es común en el movimiento del “evangelio” de la prosperidad, en donde lo mejor es definido como una mejor salud, un mejor carro, una mejor casa, o un mejor trabajo. Déjame mostrarte por qué esto no es lo que Pablo tiene en mente.

Primero, recuerda el tiempo del bien en esta promesa. ¿Cuándo veremos que todo obra para bien? Si seguimos el pensamiento de Pablo, este bien tiene una idea escatológica. Es decir, el bien como tal no tiene su realización plena en lo presente, sino en el porvenir. Mira hacia el futuro para encontrar esperanza y gozo en el ahora. Pablo ya lo explicó en el versículo 18 del mismo capítulo: todo dolor presente no se compara con la gloria venidera.

Lo segundo a entender es que el bien que se menciona en Romanos 8:28 no es un mejor carro, una mejor salud, o una mejor casa. En cambio, el bien es que seamos más como Cristo en esta tierra, como dicen los siguientes versículos (v. 29-39). Todo lo que obra para bien está para hacernos conforme a la imagen de Jesús (1 Co. 15:492 Co. 3:18Col. 3:10). Esto es importante para el creyente porque de otra manera, ¿cómo una persona que ha perdido a un ser querido o que tiene una enfermedad terminal puede creer que todo obra para bien?

Por eso eres llamado a atravesar todo lo que pasa en tu vida con tu mirada en Cristo. Tu esperanza consiste en que Dios te ama en Cristo y te ayuda por medio de su Espíritu, y usa todo sufrimiento o prueba para el fin mayor: que seas más como Jesús porque para eso fuiste llamado. Solo allí está la verdadera paz, tranquilidad, y sanidad. El verdadero bien

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