Las contusiones y heridas recibidas sobre nuestro cuerpo, cuando son severas; nos dejan una marca (cicatriz) permanente, de por vida.
Personas que han sufrido accidentes, han estado en una guerra, o han sido víctimas de violencia física y maltrato, conservan en sus cuerpos, una marca que les recuerda un trágico momento de sus vidas.
Pero hay heridas que son invisibles a nuestros ojos fisicos pues no se trata de heridas del cuerpo, sino del alma. De alguna forma u otra, la mayoría de nosotros cuenta con estas cicatrices del corazón. Estas cicatrices pasan la mayoría de las veces en forma inadvertida a los demás. Sonreímos, saludamos, conversamos con los demás… en forma normal. Somos a veces a los ojos de los demás, personas, a las cuales la vida le sonríe.
Pero bien sabemos que al reflejarnos en el espejo de nuestros recuerdos, vemos allí, las heridas que nadie puede ver, sino solamente nosotros. No podemos borrarlas, ni ignorarlas, ni olvidarlas, solo están allí.
Surge entonces en nosotros un sentimiento de impotencia, que exclama en un suspiro silencioso: “Ah si alguien supiera. . . de mis heridas y tristezas . . . “
Quizá ninguna persona las sepa. . . pero Dios sí las sabe. Quizás me dirás que esto no es ninguna noticia nueva. . . pero déjame mostrarte este versículo de la Biblia, donde declara qué actitud toma Dios, hacia las heridos del alma. “El sana a los quebrantados de corazón y liga sus heridas”
Muchas personas por impotencia frente a las heridas sufridas en el pasado, se rebelan contra Dios, cerrándole la puerta de su corazón. Es como quien se enoja con su médico, porque padece una dolencia.
Uno puede estar toda la vida preguntándose ¿Por qué me afectó esto a mí? A veces puede encontrar la respuesta y otras veces no. Pero lo cierto es que continuar en este estado, de autocompasión, sin entregar nuestra vida “al médico divino”, antes que mejorar, nuestro estado empeorará.
Amados:
Cristo entiende de heridas. El fue herido en la cruz del calvario por todos nosotros. Su cuerpo fue maltratado, por los clavos, latigazos, azotes y la corona de espinas.
Aún más, fue despreciado, recibió burlas e insultos. Pero sobre toda las cosas, el mayor dolor infringido fue que todos nuestros horrendos pecados. . . fueron cargados sobre Él.
Nosotros fuimos los que le provocamos las heridas a Cristo!
No sé si algún día vendrán a pedirte perdón aquellas personas que un día te hirieron.
Pero sí sé, que puedes ir hoy a Dios, y pedirle perdón por tus pecados, perdón por haberle rechazado, aceptar la salvación que ÉL te da. y la sanidad que quiere provocar en tí!
¿Aquel que sufrió heridas. . . acaso no comprenderá las tuyas? ¿ Aquel Dios de amor que vino a buscarte… no querrá salvarte… ? No estará dispuesto acaso. a sanar a los “quebrantados de corazón.” como dice su Palabra?
EL Señor Jesús describe en la Biblia, a qué ha venido a este mundo, presta atención a lo que ÉL dice: El Espíritu del Señor es sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: Me ha enviado para sanar á los quebrantados de corazón; Para pregonar á los cautivos libertad, Y á los ciegos vista; Para poner en libertad á los quebrantados. Lucas 4:18
El médico divino quiere tratar tu alma. Su amor es la medicina, eficaz, que nos cura. Sus manos amorosas, quieren limpiar tus pecados y vendar tus heridas. No más cicatrices del alma. sino sanidad de Dios. !
-¿Déjate curar
Mas yo haré venir sanidad para ti, y te sanaré de tus heridas,
dice Jehová; Jeremias 30:17
Dios promete que los cautivos volverán
30 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. 3 Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.
4 Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá. 5 Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. 6 Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros. 7 ¡Ah, cuán grande es aquel día!, tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.
8 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, 9 sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
10 Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. 11 Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
12 Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. 13 No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. 14 Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados. 15 ¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto. 16 Pero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus adversarios, todos irán en cautiverio; hollados serán los que te hollaron, y a todos los que hicieron presa de ti daré en presa. 17 Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.
