i Nuestro mundo necesita escuchar buenas noticias!
Los periódicos están llenos de malas noticias: las guerras que causan tanta aflicción, el hambre que consume a países enteros, las catástrofes del medio ambiente, los desastres naturales que dejan miles de damnificados, el crimen, la pobreza absoluta que se va apoderando de ciertas naciones, y el crimen y la violencia que continúan incrementándose a pesar de los esfuerzos para reducirlos. iLa letanía de tragedias parece no tener fin!
Jesucristo vino como un mensajero, y el mensaje que proclamó fueron las buenas noticias el evangelio del Reino de Dios.
¿En qué consisten realmente estas buenas noticias que Jesús anunció? ¿Acaso son tan sólo la maravillosa historia de su propio nacimiento, vida, muerte y resurrección? En verdad, todo esto forma parte del increíble plan que Dios tiene para la humanidad, pero el verdadero evangelio abarca más, mucho más.
Es triste decirlo, pero el hombre ha reducido el evangelio a una historia que hace énfasis en la persona deJesucristo, pero que pasa por alto la verdadera profundidad y magnitud del mensaje que nos vino a traer. Lo que Jesús anunció es realmente asombroso; ison las noticias más extraordinarias que este mundo enfermo y angustiado pudiera recibir!
Los hechos de Antíoco Epífanes están registrados en un libro que, aunque no forma parte del canon bíblico, es un documento histórico: “El rey publicó entonces en todo su reino un decreto que ordenaba a todos formar un solo pueblo, abandonando cada uno sus costumbres propias . . . Por medio de mensajeros, el rey envió a Jerusalén y demás ciudades de Judea decretos que obligaban a seguir costumbres extrañas en el país y que prohibían ofrecer holocaustos, sacrificios y ofrendas en el santuario, que hacían profanar el día de reposo, las fiestas, el santuario y todo lo que era sagrado; que mandaban construir altares, templos y capillas para el culto idolátrico . . . olvidando la ley y cambiando todos los mandamientos. Aquel que no obedeciera las órdenes del rey, sería condenado a muerte”
El castigo se ejecutaba pronta y brutalmente. A las mujeres que habían hecho circuncidar a sus hijos las mataban con sus bebés colgados al cuello Cualquiera que fuera sorprendido obedeciendo fielmente a Dios era ejecutado de inmediato
No contento con suprimir los sacrificios, Antíoco profanó el templo: “. . . Una imagen en la cual la divinidad pagana aparecía con barba . . . [fue] colocada sobre el altar del templo. Los judíos solían referirse a esto como ‘la abominación desoladora’. Los soldados griegos y sus amantes efectuaban depravados actos paganos en los atrios del templo. En el altar se sacrificaban cerdos”
A Daniel le fue revelado que estas profanaciones continuarían por “dos mil trescientas tardes y mañanas” (Daniel 8:14). En el servicio del templo había un sacrificio en la mañana y otro en la tarde. Según esto, 2.300 tardes y mañanas equivaldrían a 1.150 días. Antíoco Epífanes profanó el templo y suprimió los sacrificios en el año 167 a.C. Judas Macabeo, después de purificar el templo y consagrarlo nuevamente,
reanudó los sacrificios en 164 a.C. Muchos judíos conmemoran este suceso con la Fiesta de la Purificación (Hanuca).
Daniel 8 es una profecía pormenorizada de la primera “abominación desoladora” que suprimió los sacrificios en el templo por 1.150 días. Lo que hizo Antíoco fue un cumplimiento parcial de esta profecía. No obstante, notemos que la profecía de Daniel sobre la abominación desoladora tiene también un cumplimiento en “el tiempo del fin”
En el año 64 d.C., Jerusalén y Judea estaban nuevamente en apuros. En Roma, Nerón había empezado a exterminar a los cristianos. Los rumores de guerra se hicieron realidad en el año 66, cuando los soldados romanos mataron miles de personas en Jerusalén. Los judíos se rebelaron, y la legión que fue enviada para sofocar la rebelión fue derrotada. Luego, en el año 67, el ejército romano bajo el mando de Vespasiano invadió Judea.
Jesús había advertido a los habitantes de Jerusalén que la ciudad sería sitiada y destruida: “Vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán” (Lucas 19:43). Y en Lucas 21 podemos leer otra advertencia sobre el mismo acontecimiento: “Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado”.
Algunas partes de esta profecía tendrían dos cumplimientos. El primero ocurrió en el tiempo en que muchos de los contemporáneos de Jesús lo habían rechazado como el Hijo de Dios. A ellos les tocó ver el cumplimiento de algunos aspectos de la profecía de Jesús durante el sitio y la caída de Jerusalén; no obstante, otras partes de esta profecía aún están por cumplirse.
Así como en el cumplimiento parcial de la abominación desoladora por Antíoco Epífanes se produjo la toma de Jerusalén y la profana
ción del templo, así también el cumplimiento parcial de la profecía de Jesucristo en el primer siglo produjo acontecimientos similares.
Flavio Josefo, historiador judío del primer siglo de nuestra era, habla del sitio de Jerusalén como uno de los más sangrientos de la historia. El hambre y las enfermedades acabaron con el debilitado pueblo. Josefo relata sucesos extraños, incluso gente que veía visiones de soldados y carros en las nubes. En la Fiesta de Pentecostés el templo se
terminó el segundo cumplimiento de la abominación desoladora. El templo fue destruido y tanto el sacerdocio como los sacrificios fueron abolidos, situación que continúa hasta el día de hoy.
No obstante, la profecía que Jesús dio en el monte de los Olivos tiene que ver principalmente con su segunda venida, porque forma parte de su respuesta a la pregunta que le hicieron sus discípulos: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3)
En 2 Tesalonicenses 2:3-4 el apóstol Pablo nos previene que en el tiempo del fin aparecerá un personaje religioso muy influyente: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá [el día del retorno de Jesucristo] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
A su retomo, Cristo destruirá a este dirigente apóstata (vv. 5-8), el cual habrá logrado engañar a muchos “con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (vv. 9-12).
La descripción que Pablo hace de esta persona encaja claramente con la profecía de Apocalipsis 13: 11-14, donde se nos habla de una bestia. Aquí se nos advierte que este dirigente hará “grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo . . . Y engaña a los moradores de la tierra”.
Ya que en los dos primeros cumplimientos de la abominación desoladora se eliminaron los sacrificios, todo parece indicar que éstos volverán a ser instituidos antes del retomo de Jesucristo. Según Daniel 12:9-13, la abominación desoladora ocurrirá en “el tiempo del fin”. Tal
parece que una vez más se ofrecerán sacrificios en Jerusalén o en algún
lugar cercano; otra vez la ciudad será sitiada por ejércitos enemigos y los sacrificios serán suprimidos nuevamente.
En los acontecimientos del tiempo del fin, un dirigente poderoso y carismático desempeñará un papel importantísimo. Además de realizar
grandes milagros, él “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:4). Debido a su gran influencia engañadora, la mayor parte de la humanidad creerá que es un representante directo de Dios, o Dios mismo.
Pero Dios lo llama “el hijo de perdición” (v. 3). Este personaje representa un sistema contrario a la ley de Dios. Antíoco Epífanes, quien fue el protagonista de la primera abominación desoladora, bien podría ser el precursor de este “hombre de pecado” del tiempo del fin.Antíoco Epífanes intentó suprimir la adoración a Dios y con toda crueldad persiguió a quienes se negaron a renunciar a su fe. En varias profecías podemos ver que la historia se repetirá. Muchos de los que fielmente obedecen a su Creador serán perseguidos y martirizados en el tiempo del fin (Juan 15:18-20; 16:2; Apocalipsis 6:9-11; 17:6; 20:4).
En Apocalipsis 13 se nos habla de un dirigente religioso que en el tiempo del fin hará matar a todo el que no adore “la imagen de la bestia” (v. 15). Los poderes gubernamentales y religiosos serán descargados con toda crueldad sobre aquellos que permanezcan fieles a Dios y no se dejen engañar. Así se cumplirá lo que Jesús les advierte a los cristianos del tiempo del fin: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre” (Mateo 24:9).
Una advertencia para hoy
Jesús exhortó a sus seguidores diciendo: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42). Si entendemos los dos cumplimientos preliminares de la abominación desoladora, podemos estar atentos y vigilar los acontecimientos futuros que están profetizados:
