Madurez Spiritual

Entregar a Cristo el control completo de nuestras vidas no es algo opcional para el cristiano. Hacer de Él nuestro Señor no constituye nada extraordinario para el creyente. No es caminar una milla extra. La vida cristiana normal lo tiene como su Señor. Cualquier cosa por debajo de esto es pecado. Él es Señorporque nos compró con su muerte. Ese es un hecho objetivo. Responder a El como nuestro Señor constituye una relación de por vida. Progresivamente, a través de la vida, Cristo hace nuevos reclamos de obediencia que sirven para que confirmemos nuestra sumisión a su autoridad sobre nosotros.

Pero ser propiedad de Cristo significa mucho más que una serie de obligaciones que cumplir. Tener a Cristo de dueño constituye una gran bendición que hace posible el crecimiento espiritual. La salvación implica un cambio de dueño. Formalmente, Satanás y el pecado controlan la vida de una persona como un amo de esclavos malvado (Romanos 6.17, 18). Ya no sujeto a la esclavitud de Satanás, el creyente es libre para servir a Cristo. Aunque Satanás contiñúa tentándonos, su dominio ha sido roto. Cristo nos compró en el mercado de esclavos, liberándonos para servir a Dios (Gálatas 5.1; Romanos 6.22). Sabiendo que Cristo ha puesto fin a la esclavitud del pecado crecen las expectativas de crecimiento para el creyente.

El término «señor» también pertenecía al lenguaje del palacio. Era un título honorífico que se le aplicaba al rey en funciones. Dirigirse al rey como «señor» denotaba respeto por su reinado soberano. Contemporáneos de Jesús, que sabían que Él era el Mesías prometido, lo saludaban: «Oh Señor, tú el Hijo de David» (Mateo 15.22; 20.30,31). La iglesia primitiva utilizaba el título de «Señor» especialmente para indicar el reinado soberano del Cristo ascendido y sentado a la diestra de Dios. Eventualmente, toda rodilla se doblará en la presencia de Jesús y toda persona confesará «que Jesucristo es el Señor» (Filipenses 2.10- I I ). Jesús, quien actualmente réina desde el exilio celestial, al final será reconocido como Rey del mundo (l Corintios 15.24-28).

Los cristianos que están creciendo espiritualmente viven como leales súbditos de su Señor el Rey. Él es el único Rey de sus vidas. Junto a esta responsabilidad de la ciudadanía está el estímulo de conocer su poder soberano. La Gran Comisión de ser testigos de Jesús en todo el mundo fue reforzada con la promesa: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28.18-20). La tarea es gigantesca, pero los recursos del Rey del universo son más que suficientes.

Lo más importante de todo es que cuando los cristianos llamaban a Jesús el «Señor» estaban proclamando que Él era Dios. En los tiempos del Nuevo Testamento los judíos habían desarTollado tal respeto por la santidad de Dios que evitaban pronunciar su nombre personal: «Jehová». Cada vez que era posible lo sustituían por una palabra hebrea que significa «Señor». Al traducir el Antiguo Testamento al griego, la palabra «Señor» se usó 6,156 veces para reemplazar a «Jehová». «Señor» era un título que se aplicaba especialmente a Dios. Se mantuvo como la más elevada denominación de Dios. Confesar que «Jesús es el Señor» equivale a llamarle Dios.

Todo lo que Dios es, Jesús también lo es (Juan 20.28). Las relaciones familiares con Él como amigo nunca deben opacar ese sentido de temor reverente y admiración en su presencia. Jesús es objeto de culto y merece toda alabanza y adoración. Pero a su vez, el servicio da paso al crecimiento. La verdadera adoración forma el carácter y un carácter consistente da lugar a un servicio efectivo (l Timoteo 3.14-16;4.8,15,16).

El señorío de Cristo es un gran concepto. Mientras mejor honran los creyentes a Jesús como Dios, como Rey soberano y dueño, y como maestro, mayor madurez alcanzan en la vida cristiana

Una meta importante para todos los cristianos es la madurez espiritual. Alcanzar ésta es un proceso largo y permanente que tiene lugar mientras tú creces en una comprensión más profunda de la vida cristiana y de Cristo mismo. El primer paso en el proceso de crecimiento espiritual es la comprenSión de lo que significa el comienzo de una nueva vida en Cristo, «el nuevo nacimiento». Debes darte cuenta que ahora tienes una nueva familia con la cual relacionarte, una nueva ciudadanía que debes respetar, una nueva herencia que disfrutar.

Otro elemento importante en el proceso de crecimiento espiritual es el reconocimiento de Cristo como el «Señor» en cada aspecto de tu vida. Los significados del título «Señor» como maestro, dueño, rey y Dios demuestran la importancia primordial que tú debes conceder a Cristo en tu nueva vida. Cristo debe convertirse en el maestro de quien aprender las lecciones sobre crecimiento espiritual, el dueño a quien debes estricta obediencia, el rey a quien se le ofrece plena lealtad. Por último, debes reconocer la identificación de Cristo con Dios, y adorarle como tal. El reconocimiento del señorío de Cristo te conducirá a una comprensión más profunda del concepto de madurez espiritual.

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