REFLEXIÓN – “LIMPIA POR DENTRO” (Mateo 23:25)
Mateo 23:25 dice: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.”
Cuando Jesús pronuncia estas palabras, no lo hace desde la ira humana, sino desde un profundo amor que confronta para sanar. Él está frente a líderes religiosos que habían aprendido a cuidar la apariencia externa… pero habían abandonado la transformación interna. Podían verlos impecables por fuera, muy ordenados, muy correctos, pero su corazón estaba lejos de Dios.
Y es aquí donde esta palabra se vuelve personal.
Vivimos en una época donde es fácil construir una imagen: en las redes, en la iglesia, en la familia. Podemos mostrar sonrisas, palabras de fe, versículos… pero por dentro quizá hay enojo, heridas, orgullo, envidia o pecado escondido. Es fácil parecer limpio cuando lo externo se puede maquillar; pero el Señor no mira como mira el hombre. Él mira el corazón.
Jesús no está diciendo que lo externo no importa. Él está diciendo que lo externo debe ser el resultado natural de un interior transformado. No al revés. La limpieza verdadera no se logra empezando por fuera, sino dejando que Dios empiece por dentro.
Los fariseos eran expertos en rituales, pero Jesús quería relación. Eran expertos en reglas, pero Jesús quería renovación. Ellos se preocupaban por lo que otros podían ver; Jesús se preocupaba por lo que el Padre veía.
Y hoy, este versículo nos invita a examinarnos. ¿Cómo está nuestro “vaso interior”?
¿Cómo está nuestro corazón, cuando nadie nos ve?
¿Qué pensamientos guardamos?
¿Qué motivaciones tenemos?
¿Cuáles son esas cosas que preferimos ocultar, pero que Dios quiere transformar?
Dios no nos llama a vivir avergonzados de nuestra condición interna, sino a permitirle entrar en ella. Él no muestra la suciedad para condenarnos, sino para limpiarnos. Lo que Jesús reprende aquí no es la imperfección, sino la resistencia a ser transformado.
Porque cuando dejamos que Él obre dentro, algo maravilloso sucede: lo de afuera comienza a reflejar lo de adentro. La paz interior se convierte en palabras de vida. El perdón en el alma se convierte en gestos de amor. La humildad en el corazón se convierte en servicio genuino. La presencia de Dios por dentro se hace evidente por fuera.
Quizá hoy el Señor te está llamando a una limpieza más profunda. No para que parezca que estás bien, sino para que realmente estés bien. No para que los demás te vean espiritual, sino para que Él pueda habitar más plenamente en ti.
Permite que el Espíritu Santo examine, revele y transforme. A veces nos aferramos a cosas que parecen pequeñas, pero que ensucian el corazón: un rencor, un pensamiento de orgullo, un hábito oculto, una herida no sanada. Pero Dios puede tocar todo eso con sus manos de gracia.
Hoy, mientras escuchas esta palabra, Jesús te invita a entregarle tu vaso interior. Él no te acusa; Él te restaura. Él no te rechaza; Él te renueva. Y cuando Él limpia, no lo hace superficialmente: lo hace de adentro hacia afuera.
Que podamos decirle: “Señor, limpia mi corazón. Purifica mis intenciones. Que mi vida sea coherente contigo por dentro y por fuera. Hazme auténtico, sincero y transformado por tu gracia.”
Y entonces, nuestras vidas dejarán de ser vasos decorados y se convertirán en vasos útiles, llenos de su amor, su verdad y su presencia.
Amén.
